Sinfónica de Alientos
de la Policía Federal en el Parque Central de Tuxtla Gutiérrez
Sinfónica Alientos de la Policía Federal |
Fotos y Texto: Arnold
Jarquín
El
paso obligado de los tuxtlecos donde convergen las clases sociales, el rico, el
obrero, la señora de los esquites, la madre de familia que viene del trabajo,
el señor de los chicharrones y el bolero, juntos se convierten en el público de
este recinto que se utiliza para
proyectar cualquier expresión político, social y cultural.
Es
el parque central de Tuxtla Gutiérrez - aunque apuntalado - sostiene el escenario
de la Sinfónica de Alientos de la Policía Federal que la noche del martes ofreció un concierto ante el extrañamiento de
unos y la admiración de otros.
Son
la siete de la noche, Don Augusto se detiene a observar mientras la Orquesta
comienza afinar sus instrumentos, el señor se da la vuelta y continúa su
vendimia de chicharrines.
En
ese mismo lugar se encuentran enfilados los vehículos del orden y con las
torretas encendidas que llaman la atención de los transeúntes que se detienen y
acercan a tomar la foto del recuerdo con los Federales que esa noche cambiaron
las armas por los instrumentos.
Eran
la 07:35 horas cuando Francisco Aguillon sube al escenario, saliva los dedos y
levanta la batuta que significaba el inicio, al redoble de los tambores se escucha “La urraca ladrona”
melodía Italiana famosa por la rapidez
de sus acordes.
Al frente, el Presidente de Tuxtla Gutiérrez Fernando Castellanos, a su lado el Director de Seguridad Pública del Estado Jorge Llaven. |
Al
frente, el Presidente de Tuxtla Gutiérrez Fernando Castellanos, a su lado el
Director de Seguridad Pública del Estado Jorge Luis Llaven, ambos murmullan,
pareciera que le estuviese diciendo algo sobre la melodía.
La
plaza lucia llena, perfecta para que Don Augusto regresara a terminar sus
chicharrines. Después jala una silla,
coloca su canasta en el suelo y se queda a disfrutar de una de las obras
musicales más famosas de Chaikovski -El Cascanueces- acompañado del frió que
dejaba saber que diciembre esta cerca.
A
pesar del frió que se sentía esa noche, el Director de la Orquesta sudaba por
la energía y el movimiento de la batuta, al terminar la melodía, mientras
limpiaba el sudor de la frente contaba una anécdota de su sobrina de siete
años.
El Director de la Orquesta sudaba por la energía y el movimiento de la batuta. |
En
el publico una niña de aproximadamente
cinco años se encontraba sentada en la piernas de su madre, enfadada e
inquieta, la madre trataba de calmarla mientras el Director Aguillon contaba
cuando su sobrina le pidió una canción, que enseguida presento -el soundtrack
La historia de Disney , Frozen- canción que sirvió para tranquilizar a esa
pequeña que no dejo de cantar desde su lugar.
Una
noche importante, este evento demostraba que la música sinfónica no solo es de los teatros si no que era de
todos los que se acercaban.
La
variedad del público era notable, las reacciones de cada uno dejaban ver la emoción en el rostro, un
espectáculo fuera de lo cotidiano que no
necesitaban de ser conocedores de la música.
Sesenta
minutos de música y luces, la orquesta
se ponía de pie para despedirse del público, público que con aplausos y el ya
famoso ¡otra¡ ¡otra! ¡otra! Que los
hiciera regresar y despedirse con un popurrí de John Williams, deleitando con
extractos de las bandas sonoras de películas como, Tiburón, E.T. el Extraterrestre,
Superman y star wars.
Al
finalizar la gente continuaba con su recorrido diario, recorrido, que esa noche
los hiciera detener la Sinfónica de Alientos de la Policía Federal, Don Augusto
pareciera que se dirige a su casa, su semblante de sorprendido a cambiado por
una sonrisa.
Policías Federales cambiaron las armas por los instrumentos. |
Integrantes de la Sinfónica listos para comenzar el concierto. |